Si bien en las últimas décadas mucho se ha luchado desde la ciencia para que las mujeres embarazadas consumas suplementos de hierro, por fuera de sus dietas habituales, recientes estudios demostrarían el los mismos no tienen un efecto determinante sobre éstas, desmitificando en parte esta “obligatoriedad” a consumirlos.
De hecho, análisis sobre mujeres africanas anémicas en África, pero que no presentaran deficiencias del mineral en sangre, han demostrado que no fueron ayudadas por el consumo de estos suplementos. Según Kimberly O’Brien, profesora de nutrición humana de Cornell University: “los intestinos perciben cuando el organismo necesita el hierro”.
De esta manera, el organismo humano, y más aún el de las embarazadas, tendría la propiedad de asimilar de “mejor” forma el hierro, en momentos en los que lo considere oportuno. Esto gracias al mismo estudio, en el que aplicadas distintas dosis de hierro extra a mujeres, todas presentaron un mismo nivel final del mineral en sangre, alrededor de 11 gramos por decilitro, apenas popr debajo del nivel normal de una embarazada, según la OMS.
Entonces, se ha determinado que, al menos por el momento, “se desconoce el beneficio del uso de suplementos de hierro en mujeres sin anemia”, debido a que “cuando el organismo cuenta con niveles suficientes de hierro, el intestino deja de absorberlo”, lo que supone un alivio para aquellas mujeres embarazadas y reticentes a la ingesta de suplementos.